Una
estrenduosa tromba de agua me despertó antes de que sonara el despertador. Caguenlamar !!,
maldije. Tendré que correr con chubasquero y necesitaré más agua de la prevista.
Toca enfundarse la camelback. No
quería correr con mochila para ir más cómodo, pero a última hora el chaparrón
me hizo cambiar de estrategia.
Faltaban
dos horas y media para que dieran la salida de otra edición del Maratón Sierra
Norte, y esta pintaba pasado por agua.
Mientras
desayunaba las tostadas cargadas de miel y un buen tazón de cereales, iba
pasando revista a las camisetas y maillots disponibles, hasta que finalmente
decidí ir de verano y que fuera lo que Dios quiera.
En
la línea de salida, nos juntamos dieciséis amigos, pero resultábamos
insignificantes entre las más de quinientas MTB que estaban dispuestas detrás
del arco de salida.
Para
evitar piñas y montoneras en la salida, y que cada uno se fuera colocando en su
sitio, la organización (los chicos del Club Madroño) decidieron que los dos primeros
kilómetros fueran neutralizados desde Cotos de Monterrey hasta la rotonda de
acceso al pueblo de Venturada.
Desde
allí hasta la vuelta a la meta, nos faltaban 76 kilómetros que transitarían por
los alrededores de Cabanillas de la Sierra, La Cabrera, Medio Celemín, Lozoyuela,
El Berrueco, El Atazar …., infinidad de senderos, pistas por bosques de pinos y
robles, trialeras, dehesas y arroyos.
Tras
un recorrido espectacular, y casi cinco horas a pico y pala, fuimos llegando uno
a uno a la meta con una sonrisa, pensando en lo difícil que será que el año que
viene no volvamos a estar en la línea de salida.
Esta
entrada y mis agujetas van por ti, bro, que decidiste en el Km. 21 reservarte
para el año que viene.