Collado del Miradero

Fecha: 17.06.12
Cima: Collado del Miradero
Equipo: Alex, Kiko, Jara y Juan
Desnivel: 753m


Si nos hubieran llevado a Horcher, Arzak o el mismísimo El Bulli, no nos habríamos deleitado tanto con la cena, como lo hicimos el sábado pasado en el Collado del Miradero.
Aunque tiene nombre de restaurante de cinco tenedores, es mucho más que eso. La cena tiene lugar bajo un impresionante cielo estrellado, con total ausencia de contaminación lumínica, en el que te das cuenta que las constelaciones tienen más estrellas de las que pensabas.
Bajo las estrellas, tenemos dibujado a la izquierda el perfil de las Torres de La Pedriza, la Cuerda Larga, el Alto de Guarramillas y la Maliciosa. Una silueta en sombra de toda la cadena montañosa, que estremece por su grandiosidad. Y si miramos hacia la derecha, mejor dicho, hacia abajo a la derecha, contemplamos en silencio la lejanía la ciudad de Madrid con sus 15 millones de megavatios arreando ……  
Esas magníficas vistas, van acompañadas de los sonidos de la naturaleza en riguroso directo, así como del olor de los pinos, los robles y las jaras que sube hacia la cima antes de que el rocío haga su aparición.
El pasado sábado, Alex, Kiko, Jara y yo nos metimos entre pecho y espalda en ese restaurante, una cena compuesta de unas raciones de queso, fuet y jamón, con una botella de rioja gran reserva, que quedarán para los anales de la hostelería.    
Y el precio muy apañado. Nada que ver con los 150 euros por cubierto que te levantan en cualquiera de los restaurantes citados al principio.
Basta con iros con las viandas hasta Canto Cochino (La Pedriza), dejar allí el coche, cruzar el puente de madera que hay allí sobre el río Manzanares, girar hacia la izquierda y tomar la Senda de los Elefantes, que penetra en La Pedriza en paralelo al arroyo de la Dehesilla.
Después de un buen rato caminando, dejáis el Refugio Giner a la derecha y tomáis una escarpada diagonal hacia la izquierda, y os adentraréis en el bosque camino viendo en frente a mano derecha el Collado de la Ventana.
Después de tres horas subiendo, habréis llegado al Collado del Miradero, y allí ya solo es cuestión de elegir mesa, pues no hay problema de aglomeraciones o reservas.
Ante tal espectáculo, decidimos reservar una habitación y quedarnos allí a dormir, pues con la cena no tuvimos suficiente.
El desayuno - que estaba incluido -, fue otra maravilla. La luz del amanecer iluminaba la cadena de montañas que hacía siete horas eran solo un perfil en sombra. El color del cielo evolucionaba a toda velocidad de negro a azul, al mismo tiempo que los haces de luz pasaban de rosáceos a amarillos. Y mientras, Madrid apagaba sus luces para dejar ver la estupenda seta marrón que cubre la ciudad.
Solo hubo una diferencia con la cena, y es que ahora no estábamos solos porque un grupo de cabras montesas se acercó a visitarnos para compartir con nosotros en silencio el amanecer.
Del Kilimanjaro ya hablaremos, pero de momento, el vivac en El Collado del Miradero ha resultado pan comido (con jamón).


 Pues vamos para arriba

 Primer descansito

Go, go !

 Para dormir cuando llueve

 El bosque

 Ñaus

 La Maliciosa al atardecer

 La Maliciosa al amanecer

La Maliciosa de día 

Compañeras de desayuno 

Nazco en una piedra, que mola más 

 Mejor no ponerse debajo

De vuelta en Canto Cochino